(primera parte)
Lo recuerdo perfectamente, en aquellos años en los que estudiaba ciencias de la comunicación; mi profesor de diseño periodístico nos habló de la importancia de “los titulares” o “cabezas” de las notas.
A mi profe le encantaba la nota roja y nos platicaba de las anécdotas propias del ambiente noticieril del cubrir dicha área; nunca olvido lo que nos decía como: “si quieres aprender a reportear, comienza con la nota roja, ahí se aprende el periodismo”.
Cómo olvidar aquella ocasión en la que nos comentaba la importancia de tener un buen titular en la nota; por ejemplo, nos platicó que aquella revista “alarma” que se especializaba en notas rojas, había publicado la noticia de que la noche anterior había pasado un incendio en unas bodegas de una empresa importante; al sofocar el incendio se dieron cuenta de que había un par de personas calcinadas…
Lo recuerdo perfectamente, en aquellos años en los que estudiaba ciencias de la comunicación; mi profesor de diseño periodístico nos habló de la importancia de “los titulares” o “cabezas” de las notas.
A mi profe le encantaba la nota roja y nos platicaba de las anécdotas propias del ambiente noticieril del cubrir dicha área; nunca olvido lo que nos decía como: “si quieres aprender a reportear, comienza con la nota roja, ahí se aprende el periodismo”.
Cómo olvidar aquella ocasión en la que nos comentaba la importancia de tener un buen titular en la nota; por ejemplo, nos platicó que aquella revista “alarma” que se especializaba en notas rojas, había publicado la noticia de que la noche anterior había pasado un incendio en unas bodegas de una empresa importante; al sofocar el incendio se dieron cuenta de que había un par de personas calcinadas…
