EL APAGÓN TECNOLÓGICO Y LOS GUARDIANES DE LA FELICIDAD.




Y ahí estaba doña fulanita, furiosa y colorada reclamaba frente a las cámaras que porqué le habían quitado las telenovelas…
Casi casi mentando madres, con los ojos llorosos muchos; se reflejaban en aquellos síntomas del adicto a una droga que sutilmente desde el inicio de sus vidas, los fue atrapando, hasta convertirlos en soldados fieles de la empresa.
Pero cómo culparlos, simplemente son las víctimas del contenido basura en la que la televisión nacional abierta está acostumbrada a generar y por supuesto nosotros consumimos…pues no hay alternativa y pocos pueden costear otras opciones.
Y entonces…todo este escenario me parecía una epifanía.
En palabras del escritor Bradbury en su libro, Fahrenheit 451, encontraba algunas similitudes que me helaron la sangre.
En un mundo donde está prohibido pensar, cuestionar y por consiguiente desear mejoras; en un espacio donde los libros son el arma que se debe quitar de las manos y quemarlos; y donde los bomberos son los que se encargan de dicha combustión por ley.
Cierto Bombero se topa con la imperiosa necesidad de saber el contenido de un libro que se suponía debía quemar, alimentado por la curiosidad y el deseo de querer saber más y mejor.
Pero esto por supuesto crea un conflicto que en una densa y perturbara charla con su jefe Bombero, revela lo que yo creo son terribles similitudes con aquella población que no lloraba por la caja idiota sino por el “feliz contenido que aquello le generaba”
“¿Qué es más fácil explicar o más lógico? Como las universidades producían más corredores, saltadores, boxeadores, aviadores y nadadores, en vez de profesores, críticos, sabios y creadores de la palabra “intelectual”.
Reflexivas palabras, borremos  la idea que aquí se plantea, de que es mejor ser deportista que pensador…puesto que el deporte es inofensivo y mejor aún algo necesario; les comparto algo que como profesora aprendí desde hace más de 10 años.
No estamos lejos de ese pensamiento absurdo; crear estudiantes que sepan, que aprendan a realizar sus acciones profesionales, pero que no cuestionen lo que les enseñan, que no cuestionen al sistema o lo pongan en predicamentos.
A pocos años de dar clase de Ciencias de la Comunicación, en esta mi pequeña ciudad provinciana, me revelé ante un sistema totalmente obsoleto y retando un poco a la carrera, les hablé de una opción alterna, de un mundo nuevo y democrático… de lo que consideraba una especie de tabú en aquellos años; LOS MEDIOS DIGITALES.
Recuerdo perfectamente que aquello era un tema que muy pocos dominaban, y hasta con cierto temor y les asistía la razón puesto que era algo que apenas se comenzaba a generar…pero no usar.
Entonces apenas unos cuantos de mis alumnos contaban con laptop, las tables ni existían y los celulares no tenían ni de chiste internet.
Pero continuando  con la novela de Bradbury; de las palabras de aquel jefe de bomberos, podría jurar que salieron de algún directivo de las televisoras.
“¡Ea! Un libro es una arma cargada, quémalo; quita el proyectil del arma. Domina la mente del hombre. ¿Quién sabe cuál podría ser el objetivo del hombre que leyese mucho?”
Tal vez, en este momento de nuestras vidas con apoyo de la tecnología; duplicamos el conocimiento que los libros y los pensamientos  generan…
Pero la subyugación continúa…
“Has de comprender que nuestra civilización es tan vasta que no podemos permitir que nuestras minorías se alteren o exciten. Pregúntate a ti mismo: ¿Qué queremos en esta nación por encima de todo? La gente quiere ser feliz.
Puede ser verdad… en un México que vive al día ahogado por una crisis que no se terminar; ahorcado por las deudas, limitado por la violencia, por las pocas oportunidades, jóvenes deprimidos por un futuro incierto… 
En esto existe un panorama alentador; el libro maneja una historia de ficción, pero en la realidad el conocimiento comienza a evolucionar, los monopolios televisivos se enfrentan cada día con “minorías” que se multiplican en redes sociales y que se llegan a convertir en opciones muy alentadoras  pero desafortunadamente, en México aún con un alcance limitado.
Los bomberos de la novela de Bradbury rematan diciendo:
“Lo que importa qué recuerdes, es que tú y yo somos los guardianes de la felicidad…nos enfrentamos con la  pequeña marea de quienes todos se sientan desdichados con teorías y pensamientos contradictorios”
Ante esto, no pude evitar preguntarme si los grandes monopolios televisivos han defendido a capa y espada el opio que ofrecen a un pueblo degastado por un México en crisis, un México que no puede costear un entretenimiento alterno. 
El apagón analógico será para todos en la república; será interesante ver las reacciones que cada región tendrá en este cambio masivo; que en realidad podría traducirse a que no existan mejoras en los contenidos o tal vez sí…Lo que es cierto es que los “desdichados con teorías y pensamientos”  pueden ser los libertadores de esta adicción televisiva.

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