Pues ahí me
encontraba cenando unos taquitos con amigos.
Estaba de
visita con mi hermana en México; entre los comensales una muy querida amiguita que tiene una linda nena.
Durante la
conversación salió la anécdota:
“Resulta que
una noche le dije a mi niña en forma de expresión “princesa ya metete a bañar”;
mi hija se da la vuelta, cambia su expresión
a algo muy serio y dijo tajante…
-Mamá las
princesas no existen; qué no sabes que son sólo cuentos, no son mujeres reales
como tú y como yo…mi maestra me lo dijo.”
¡¡BRAVO!! Pensé,
hasta que alguna mujer les habla con verdad a las niñas.
Yo dije; sí
está bien que las niñas se formen desde pequeñas la idea de una vida real sin
cuento de hadas. Luego un amigo reflexionó:
“No pues yo
creo que está mal… porque le puede crear un conflicto a la niña, porque bueno,
en tú caso eres una mamá con mentalidad abierta, pero qué tal si se topa con
papás que les llaman princesas o les crean la idea rosa de esa vida…”
Y luego le
pregunté qué edad tiene su niña; a lo que me contestó que ¡tres años!
¡WOW! Ya con
tres años y haciendo esas reflexiones, pues sí está difícil, pues su mentes son
aún muy manipulables.
Es cierto.
Tal vez nosotros
no, pero la realidad que en el caso de las princesas de Disney han formado todo
un imperio alrededor de la idea de “Las Princesas” y aunque han cambiado su
estereotipo con los años…siguen siendo las princesas cuyo principal objetivo es
encontrar al príncipe azul, las que adoran estas pequeñitas.
¿Y cuál es
ese estereotipo que manejan las princesas de Disney?
La chica cuya
vida gira, tiene sentido y principal objetivo es esperar al príncipe azul… para
qué, para que la salve, para darle sentido a su existencia, para que sean por
siempre felices.
Y a través de
los años nos vamos tumbando esos catillos y vemos un panorama que ¡no es
malo!... es simplemente real.
Las mujeres
nos enfrentamos al espejo y no vemos la tersa piel blanca y el impecable
cabello rubio sobre nuestras cabezas, deslumbrantes ojos azules, una micro
cintura con el despampanante vestido azul.
¿Y qué más?
¡No hay príncipes!
Aquellos
deslumbrantes caballeros en su corcel blanco y relucientes sonrisas; gallardos
de igual piel blanca y cabellos dorados al viento…
No. No existen
ni existirán.
Ahí comienzan
los conflictos de verdad, las chicas no quieren aceptar lo que ven en el espejo
porque para ellas no es la “realidad” que les pintaron de niñas.
¿Pero quién
puede culpar a los padres si ellos son también víctimas de un súper mercado que
los manipula al antojo?
Y entonces recuerdo
un interesantísimo reportaje que trata del concurso de belleza para pequeñitas.
Resulta ridículo ver a las niñas que sufren siendo sometidas a interminables y
tóxicos procedimientos de belleza como tintes, peinados, manicura y bronceados
en aerosol, todo por ser una princesa, por figurar en la vida y ser miss Misisipi.
Uno de los
compañeros dijo:
“No manchen
esos programas son para pedófilos”
Realidad.
Innegablemente
nos entregamos a una idea que pensaríamos sana pero la realidad es otra. Todo es
por dinero; en el reportaje habló también del enorme peligro que existe no
tanto sobre la idea de pintar un mundo rosa de princesas, sino también el de “sexualizar”
desde muy pequeñas.
Otra realidad
es que ciertamente muchos padres ya luchan con lo la idea de sembrar en sus
hijas la vida “perfecta de las princesas”; pues las consecuencias de no “ser perfectas”
se traduce en problemas alimenticios, de autoestima y bulling.
Pero el
mercado no desiste e intenta introducir un nuevo concepto que “princesas reales”
personajes que no son bellos sino todo lo contrario; que son monstruos.
Y de ahí
radica el éxito de las famosas “Monster High”;
hijas de Monstruos que no son “perfectas”. Así que si no eres bonito eres ¿feo?
En el
reportaje hacen un comparativo de estas famosas muñecas, su estética es más que
envidiable, piernas kilométricas, labios carnosos, cinturas casi inexistentes…
pero “lo mejor” es en los vestuarios; micro vestidos o minifaldas, enormes
tacones de plataforma, cabellos impecables, maquillaje excesivo pero... cool.
Y la
realidad se asoma nuevamente, pues los
padres “convencidos” aceden a comprarles a sus hijas de 3, 6 y hasta 11 años o
más; estas muñecas que… adivinen; debajo de sus micros vestidos llevan una
coqueta tanga.
Y la sexualización
hace su trabajo sin que muchas veces los padres se den cuenta de estos
detalles.
Quise hablar
de este tema en un día como hoy; día internacional de la mujer, porque si bien
se hablará mucho del trabajo y la importancia de la mujer en todos los ámbitos
de nuestras vidas, poco se habla de estos obstáculos que irónicamente ponemos
nosotros mismos desde pequeños.
Hay una realidad;
y es que sin importar el género, el amor es siempre importante en nuestras
vidas, sin embargo tal vez sin querer nosotras mismas ponemos las piedras con
las que caemos, porque nuestras expectativas son tan altas como las princesas o
las monsters high.
Hoy en la
mañana checo el twitter y con tristeza veo la nota de una joven coreana que se
suicidó; la chica había entrado a un reality para encontrar a su media naranja,
la chica debió ser evaluada por tres chicos y al final alguno debe decidirse
por ella…si tal cual como carnicería escogiendo la mejor costilla; pero el
cuento no tuvo final feliz, la chica no fue rechazada por uno, ni dos , sino
los tres caballeros que buscaban a una chica sumisa y abnegada, visualmente
hermosa para eso de presentarla con los amigos y familiares en las reuniones, que aceda a ser su esposa y así vivir felices
para siempre.
¿NO EXISTEN
LAS PRINCESAS?
Claro que no.
Existe la mujer
que está frente a tu espejo; la de los cachetes, las pecas, los lunares, los
barros, los bellos, las cejas, las pestañas, los ojos color marrón, las ojeras,
las bolsas, los labios resecos, las patas de gallo, la nariz angular, los
dientes… las sonrisas, las miradas, los gestos amables, los gritos, el brillo
en los ojos, las lágrimas, las risas…
Y adivina
qué: todas somos iguales.
@gazetatele
@lavaronita
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