Pues resulta que cierto día uno miembro de mi familia que
adoro con el alma, sufrió un accidente de aquellos en los que una circunstancia
totalmente irreverente le hirió, hubo mucha sangre, mucho susto y
afortunadamente sólo quedó en eso y en esto; una anécdota que platicar.
El caso es que fue de esos momentos en los que todo pasó tan
rápido y tan lento que al final, en un acto casi automatizado queda decir una
cosa:
“Gracias a dios”
El inconsciente colectivo seas creyente o no al suceder algo
que pone en peligro la vida de quien amas; voluntaria o involuntariamente sale
de tu boca un… “gracias dios” o “dios mío”… alguna de estas derivaciones
espirituales que hace sentir una inmensa gratitud hacia la entidad todo
poderosa que decide el rumbo de nuestra vidas.
Bueno…al menos eso es lo que piensas en esos momentos, en
esos instantes.
Así me sucedió ese día, ese momento, esa circunstancia.
Después del susto vienen las penitencias que rondan en tus
pensamientos; irónicamente agradecer ya no es suficiente, es necesario buscar
un canal más cercano, es necesario subir una escala más próxima al cielo y
encontrar una vía directa que le pase tu mensaje.
Sin querer queriendo abro mi Facebook y con dos líneas “agradezco”
(nuevamente) núnca explico el motivo ni la alarma; la imperiosa necesidad queda
cubierta…dios ya me escuchó.
Corren un par de minutos, varios likes y comentarios después
me cae el veinte.
¿Cómo es posible que
haya tenido el deseo imperioso de buscar a dios en Facebook?
Porque así sucedió.
No sólo es aquel morbo de hacer público cada paso que das
(cosa que no hago totalmente) sino de alguna manera ver en el muro de Facebook,
el altar omnipotente que hemos formado con nuestras peticiones, deseos y por
supuesto agradecimientos.
¿Cuántas veces hemos visto desfilar miles de oraciones,
peticiones y hasta penitencias; dirigido hacia deidades celestiales que parecen
cohabitar en Facebook?
Es como si de alguna manera Facebook fungiera como el notario
público que certifica ante el todo poderoso, nuestras buenas y malas acciones;
lo que es más, vemos desfilar diariamente miles de publicaciones con aire
evangelizador.
Pocas veces he visto que alguien les refute esas coloridas
oraciones, que sus palabras no son escuchadas y que pierden el tiempo
inútilmente.
Tal vez sea sólo cuestión de la psicología humana; Facebook
bajo a dios del cielo y lo colocó en sus muros donde invariablemente nuestros
conflictos son escuchados y respondidos, entre nosotros mismos.
Puede ser sólo invención humana y nada más.
Puedo incluso detectar un aire de hipocresía cuando en alguna
de estas espirituales publicaciones, sólo das un “like” y no respondes con un
“amen”; puedes creer o no… pero por si acaso… like…a secas.
Y ante las también miles de imágenes sacras que adornan miles
de muros en Facebook; no pude evitar preguntarme:
¿En qué momento Dios bajó de cielo y se metió al estilo
matrix en la red y se alojó en Facebook?
Creyente o no; también es un tema de relevancia. Facebook es
sólo un canal, nosotros le damos entrada a lo que sea y cuando sea a lo que
queramos.
No debemos olvidar que la religión, sea cual sea, y todo lo que rodea a su industria
millonaria, es también muy persuasiva; México como uno de los países más
devotos a la religión católica y cristiana, encuentra en Facebook, un canal
propicio para exponer sus emociones, sus pasiones y sus creencias.
¿Ustedes conocen las creencias religiosas de sus seguidores
en Facebook?
Les aseguro que no a todos, en lo personal sí conozco
algunos, no más, y ¿Cómo lo sé?:
Porque lo hacen público a través de su Facebook.
Aclaro que no digo que demostrar su devoción religiosa en
Facebook esté mal ni bien; más bien resulta interesante cómo llegamos a
diosificar una red social.
Así que también es válido preguntar:
Si veo siempre a Dios en Facebook, ¿por qué no veo al
demonio, al diablo, a la entidad maligna?
“Facebook es una red social feliz, es y será siempre una red
social positiva” me comentaba mi amigo Antonio Salgado Leiner (@droso) experto
en el tema social media; “así fue diseñada Facebook; nunca verás un botón de “dislike”
o “no me gusta”.
Es por ello que nunca verás grupos radicales o imágenes de
cruz invertidas, adoraciones hitlerianas o algo por el estilo; Facebook
restringe este tipo de manifestaciones por considerarlas nocivas.
Y sin embargo no por ello no signifiquen que no existan.
De algo interesante me he percatado; mientras pongas cosas
amables en tu Facebook tendrás seguidores; si incorporas a esas cosas
agradables imágenes religiosas tus seguidores descienden, la razón es simple:
los feisbukeros consideran al mismo un terreno neutral; cuando te perfilas
hacia una creencia religiosa y la haces pública, tu público se reduce pero se
genera otro que son los seguidores devotos; se vuelve un proceso selectivo en
el que suelen encasillarte como usurari@
religioso.
Esto no aplica a personas dedicadas a las religión o grupos;
sino pregúntenle al Papa o al Dalai lama; sus redes sociales son dedicadas
total y completamente a la exposición de sus enseñanzas religiosas.
Yo me refiero a usuarios comunes; donde a pesar de las buenas
intenciones que una religión o creencia
proyecte, son también susceptibles a caer en las redes de una manipulación
engañosa; sabedores que en algún momento de quiebre y las proyecciones que
manifestamos en Facebook, suelen ser carnadas fáciles para entrar a sus vidas y
manipularlas; como suelen hacerlo algunas sectas religiosas nocivas.
Es el mismo caso cuando las chicas “inocentes y sin malas
intenciones” suben sus fotos al Facebook en posiciones y ropa sugerentes, y sus
fotos son manipuladas para uso en sitios pornográficos.
De ahí que en ambos casos debemos tener cuidado.
Y a pesar de todas estas manifestaciones diariamente miles de
personas suben sus oraciones esperando respuesta celestial; algunos dicen que
llegan a encontrarla.
Pero veamos con objetividad; pensar que dios está en Facebook
es más bien un espejismo del pensamiento colectivo, más bien nosotros como
usuarios hemos diosificado a Facebook.
No puedo dejar de cuestionarme:
¿Dios está en Facebook o Facebook es dios?
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